By raquel
abril 4, 2018

Hipoteca inversa: salvavidas de emergencia

Tener una propiedad, un inmueble propio, nos da una tranquilidad y una estabilidad envidiable. Además de ser la sede de nuestro hogar, en nuestra vejez puede representar un verdadero salvavidas.

Planificar nuestro retiro debería ser una prioridad desde que ingresamos a la fuerza laboral; sin embargo, se estima que solo 5 % de las personas logran este objetivo plenamente, es decir, de manera que puedan contar con los recursos suficientes para una jubilación digna.

¿Qué hacer si somos parte del 95 % de los que una pensión otorgada por el sistema social público les resulta insuficiente? Aquí es cuando ser propietario de un inmueble puede equivaler a ese salvavidas que nos lanzan para evitar el naufragio.

¿Qué es una hipoteca inversa?

Si somos dueños de una casa o un piso es muy probable que hayamos financiado esta adquisición por medio de una hipoteca tradicional. Un tercero hace una oferta que nos interesa, no contamos con todo el dinero necesario y acudimos a una entidad financiera que entrega el resto del dinero al ofertante, comprometiéndonos a devolverlo en cuotas bajo un plazo acordado.

Por supuesto que el instituto crediticio se reserva ciertos derechos sobre la propiedad del inmueble, mientras no se haya cumplido con todos los compromisos de la deuda.

Pero cuando ya tenemos propiedad plena del inmueble, podemos ser nosotros los que recibamos —a cambio de hipotecar nuestra vivienda — dinero para cubrir gastos ordinarios en forma de cuotas entregadas mensualmente.

Puede que parezca lamentablemente tener que hipotecar nuevamente nuestra vivienda, pero en muchos casos las personas no tienen otra fuente de ingresos que le permitan llegar a fin de mes, y depender de familiares que ya pueden tener dificultades con sus propios presupuestos en muchas ocasiones no es una opción.

Hipoteca inversa como opción de autonomía económica

Si se piensa bien, la hipoteca inversa o revertida es un recurso que tiene mucho sentido para transitar los últimos años de nuestras vidas.

Se trata de sacar provecho de un bien que a través de nuestro esfuerzo hemos conseguido y, en la mayoría de los casos, conforma buena parte del patrimonio logrado en nuestra etapa productiva.

A falta de ingresos pasivos, rentas u otras figuras que nos suministren dinero recurrente, hay que apelar a los ahorros y en último caso —si no contamos con ellos—, a nuestras propiedades. Así que no hay que verlo como una amenaza sino como una estupenda oportunidad para transitar dignamente nuestros años dorados.

Por supuesto que lo ideal es acumular a lo largo de la vida un patrimonio y fuentes pasivas de ingresos tales que no tengamos que recurrir a financiamientos para cubrir gastos ordinarios en nuestro retiro, pero si la situación lo amerita, la hipoteca inversa es una salida por demás sensata.

Recibir una mensualidad con la cual complementar nuestra insuficiente pensión será un alivio para todo el grupo familiar extendido, que ya no tendrá el temor de verse incapaz de ayudar económicamente a sus parientes de tercera edad.

Lo mejor de todo es que aplicar para este tipo de financiamiento no necesariamente significa la pérdida del objeto de la hipoteca, ya que  al fallecer el propietario, los herederos cuentan con un plazo prudencial para decidir entre pagar el monto adeudado o vender el inmueble para su cancelación.

La hipoteca inversa es una solución, no un problema

Muchas familias perciben de forma negativa a la hipoteca inversa, pensando en estas como una amenaza al legado patrimonial, sin percatarse de que de algún modo hay que procurar los fondos para que ese familiar mayor transcurra sus últimos días sin sobresaltos. ¿Qué mejor y más digno que provenga del fruto de su propio esfuerzo?

Si acaso una herencia se ve mermada por no poder luego sus herederos honrar un crédito obtenido a través de una hipoteca inversa, es que realmente esa porción de patrimonio no era heredable, sino que por el contrario fue disfrutada en vida por quien la produjo.

No se debe descartar el uso de este medio de financiamiento sin primero considerar racionalmente todas las ventajas y desventajas que ofrece. Un análisis apartado de las emociones y los prejuicios puede resultar a la larga beneficioso para todos los miembros del grupo familiar, sobre todo para la dignidad de nuestros adultos mayores.

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