Índice de contenidos
Apuros de dinero, urgencias médicas, problemas severos de flujo de efectivo. Todas estas razones pueden conllevar al propietario de un bien inmueble a liquidarlo y subsanar la fuente del problema.
Sin embargo, puede que con solo obtener una parte del valor del mismo pueda resolverlo y, siendo así, puede que lo razonable sea sacar partido de las ventajas de la venta de la nuda propiedad.
Dependiendo del requerimiento de dinero que nos apremie, podemos apelar a la potestad que tiene el propietario de una vivienda de negociar sus escrituras, sin perder el derecho que le asiste de hacer uso y disfrute de ella.
Esta figura, que es perfectamente legal negociar, es lo que se conoce como la nuda propiedad. Se refiere a la titularidad del bien y puede desligarse del ente o persona que posee el derecho a habitarla e incluso a sacarle provecho.
La principal ventaja de negociar la nuda propiedad es que recibimos un dinero por la proporción de valor que representa y podemos conservar el dominio del mismo por el tiempo que se acuerde. A esto es lo que se le denomina el usufructo y nos permite seguir habitando la residencia bajo los términos del contrato que se firme para tal fin.
El plazo por el cual pretendamos beneficiarnos del usufructo será el factor que determinará el valor o el porcentaje del valor actual de mercado que podemos aspirar a recibir.
Este valor será indirectamente proporcional al plazo del usufructo; es decir, que a lapsos menores corresponderán montos mayores y viceversa. Este dinero podemos recibirlo en un solo momento o, por el contrario, distribuirlo en el tiempo bajo la modalidad de una renta.
Es precisamente esto último lo que han venido aplicando muchos de los pensionados cuyas jubilaciones se han tornado deficitarias. Se trata de una forma muy efectiva de recibir un ingreso periódico y constante que complemente la pensión.
Las rentas vitalicias amparadas en la venta de la nuda propiedad han venido a rescatar a muchas personas de la tercera edad cuyo principal patrimonio es su vivienda. Por un lado, resuelven el hueco presupuestario; por el otro, no corren con las consecuencias de una venta simple y pura, que les obligaría a quedarse en la calle.
Dependiendo de la edad del propietario original, esta negociación puede atraer a inversionistas que puedan comprometerse con la renta acordada y que estén dispuestos a consolidar la plena propiedad a mediano plazo.
Sin lugar a dudas, la ventaja de mantener la residencia es significativa, sobre todo para personas de cierta edad que han superado su etapa más productiva. Incluso es viable establecer que los herederos tengan la potestad –una vez resarcidos a satisfacción los montos de rentas entregados– de recuperar el inmueble.
No solo para personas de tercera edad es una ventaja negociar la nuda propiedad, también es un aliciente para propietarios de oficinas o locales comerciales con apuros económicos.
El hecho de poder seguir sacando provecho de sus inmuebles por un lapso de tiempo luego de ceder la nuda propiedad, puede ayudarles a recuperarse económicamente e incluso dejar abierta la posibilidad de reservarse la prioridad para renegociarla de vuelta.
Reservarse el usufructo abre posibilidades de lucro que puedan devengarnos ingresos adicionales a los recibidos por la propia negociación de la nuda propiedad. Gracias a su condición, el usufructuario puede alquilar el bien inmueble y disponer en este sentido del espacio del cual se beneficia, sin más límites que les impone la responsabilidad de mantenerlo en perfecto estado.
Como podemos ver, la versatilidad de las inversiones en la industria inmobiliaria ofrece muchos recursos a través de los cuales atender problemas de dinero sobrevenidos, sin que necesariamente nos veamos obligados a reducir por completo nuestro patrimonio.
Vender o negociar la nuda propiedad siempre será una opción interesante que se deberá evaluar en aquellos momentos de apremio económico.
LEAVE A COMMENT