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Sin duda, el surgimiento de nuevas aplicaciones a finales del siglo pasado ha revolucionado la autopista de la información, que ya se ha sofisticado tanto que es posible desde comprar un inmueble hasta comunicarse directamente con parientes en todas partes del mundo.
Esta red ha creado espacios de contacto permanente con gente de todas las latitudes, y precisamente esto es lo que ha favorecido la simbiosis entre redes sociales y personas mayores.
No podemos negar que, en principio, los reyes de estas plataformas son aquellos miembros de las nuevas generaciones que simplemente han crecido rodeados de dispositivos móviles inteligentes con los que acceden a miles de posts, twits, memes e imágenes de las más variadas fuentes.
Así mismo, dada las costumbres digitales de los milenials, pareciera que prefieren las delgadas pantallas de sus modernos móviles para interactuar con sus pares, en donde se sienten como pez en el agua a la hora de manipular tales dispositivos.
Esto generalmente no es así para las personas con edades mayores a lo que consideramos adultos contemporáneos. Para ellos es un poco más complejo lidiar no solo con el aparato, sino con los conceptos que encierran estas plataformas que para ellos deshumanizan el contacto cara a cara.
La agitación de la vida moderna agradece a las redes sociales la posibilidad de esa comunicación asíncrona que permiten un hilo de permanente contacto virtual. No obstante, muchas personas mayores no están dispuestas a cambiar el placer de una buena conversación en persona por un abarrotado panel de chat.
Independientemente de todas estas consideraciones, no son pocos los que vencen las barreras que pudieran erigirse ante ellos y han venido incursionando en las plataformas digitales, encontrándoles el justo encanto que ofrecen.
Es así como adultos mayores que tímidamente crean su perfil en alguna red social de las más emblemáticas de la mano de algún hijo o nieto, luego construyen una verdadera afición por interactuar cotidianamente usando su teléfono móvil o tableta.
Y hay que decir que cuando le encuentran mayor valor a esta ventana omnipresente -que para mucho de ellos se antoja mágica- es a la hora de hacer contacto con familiares que se encuentran en otras ciudades o países, pudiendo hablarles y mirarles en cualquier momento.
Poder franquear las distancias y utilizar estos medios como recursos alternativos cuando simplemente se hace imposible otra vía de contacto, es algo que estiman infinitamente nuestros mayores. Muchos han conocido a sus nietos de esta manera, dibujando grandes sonrisas en sus rostros.
Algunos otros han ido más allá y se han convertido en verdaderos titanes del teclado QWERTY, dejando saber sus posiciones en temas de actualidad e interviniendo sus mensajes con etiquetas para así contribuir a que destaque en las tendencias uno que otro asunto de actualidad.
Los más avanzados incluso llegan a convertir estos espacios etéreos que habitan en la nube en refugio de esas horas que en algún momento fueron productivas, usándolas para volver a sentirse útiles y vitales.
Y una vez que entienden que el mundo de Internet es un patio tan amplio que cabe cualquier cosa que se pueda imaginar, que no requiere de mayores instrumentos que una PC, un móvil o una tableta, se atreven a experimentar todos los días algo nuevo.
En muchos lugares son dictados cursos especialmente diseñados y orientados a las personas de la tercera edad, que tratan los temas digitales de una manera tal que pueda ser captado y puesto en práctica gradualmente.
Queda de nuestra parte difundir entre nuestros familiares mayores estas herramientas que pueden significar para ellos un motivo de interés que los mantenga despiertos y en actividad frecuente su aspecto mental.
Siendo conscientes de que no todos se animarán, podemos entusiasmarlos para que incursionen buscando mantener sus cerebros alejados del ocio, que es una forma efectiva de ayudarlos a prolongar su lucidez mental y evitar la senilidad que pueda acecharles.
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