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Hay un dicho muy difundido en el mundo de las inversiones que reza: “No hay nada ni nadie más temeroso que un millón de dólares”. Esto por supuesto hace alusión a lo sensible que son las inversiones sea donde sea que se hagan. Sin embargo, los inversores inmobiliarios extranjeros enfrentan un reto mayor.
Cuando alguien decide emprender unas inversiones fuera de su lugar de origen normalmente obedece a que ya cuenta con un patrimonio de cierta cuantía y desea diversificar sus cuentas, y además porque las condiciones están dadas para tal empresa.
Pero, ¿cuáles son esas condiciones que los inversores verifican antes de dar el primer paso? Sin lugar a dudas, hay unas condiciones mínimas que privan sobre cualquier otro criterio y tienen que ver con la seguridad jurídica del país en cuestión.
Este aspecto guarda mucha relación con la estabilidad política y social de las naciones. Con toda seguridad, muy poca gente estará dispuesta a invertir en el mercado inmobiliario —ni en cualquier otro sector— donde haya conflictos armados, tensiones políticas marcadas o donde no se respete el Estado de derecho y esté en riesgo la propiedad privada.
Las inversiones en tales lugares más bien levantarían sospechas y posiblemente provendrían de orígenes dudosos, dado que se está dispuesto a correr tan altos riesgos. Así que lo primero que considera cualquier inversionista que se aventura a llevar capitales más allá de su frontera natal es el ambiente socio-político.
De allí pasamos a otro nivel de factores que tienen que ver con materia económica. Lo primero a indagar debería ser la salud económica que goza o no el pretendido destino para invertir. Los indicadores macroeconómicos pueden ofrecer una aproximación de cómo se encuentra la situación económica.
El Producto Interno Bruto (PIB), el nivel de inflación, la tasa de interés, la balanza de pagos que mantiene con sus principales socios comerciales y la tasa de desempleo, son elementos que todo inversionista extranjero investiga para evaluar cualquier negocio que se le proponga en el exterior.
Por supuesto que nunca dejará de monitorear las calificaciones de riesgo país que las calificadoras especializadas emiten para cada nación, tomando en cuenta los indicadores macroeconómicos y algunos factores si se quieren algo más subjetivos a los cuales les hacen estricto seguimiento.
Y no solo se trata de chequear estos números e indicadores, sino que es menester ver el comportamiento que arrastran en el tiempo, ya que las tendencias de estos valores puede ser muy importante para decidir colocar capitales en el extranjero.
El grado de desarrollo de las comunicaciones es otro punto que puede influir en una toma de decisión como la que tratamos. Si va a ser necesario que un tercero administre y mantenga el inmueble por la lejanía, será mucho mejor contar con medios de comunicación expeditos para resolver rápidamente cualquier situación.
Por último, y no por eso menos importante, están las consideraciones propias de toda inversión.
En este caso nos ocupamos de inversiones inmobiliarias, así que el tema tendrá mucho que ver con la relación precio-valor que ofrezca el mercado y con la tasa de retorno y el periodo estimado de recuperación del capital, cuando se trate de inversiones con el propósito de generar rentas.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que un incentivo que propicia las inversiones extranjeras es que el país receptor tenga políticas de amplitud para recibir capital privado que provenga del exterior. Unas reglas claras, que si bien aseguren el rechazo a capitales mal habidos y no se conviertan en trabas insalvables para inversionistas probos, es un punto a favor.
La seriedad y confiabilidad de la que gocen los promotores inmobiliarios, y en general todos los que intervienen en este sector, allanará el camino para recibir a personas dispuestas a transferir sus capitales desde cualquier parte del mundo.
Por supuesto que una oferta, tanto interesante como variada, será el último eslabón de una cadena que asegurará el éxito en este propósito. Los nuevos complejos inmobiliarios y los que pasen de unas manos a otras, deben tener un atractivo especial para acaparar la atención más allá de las fronteras.
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