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Siempre que buscamos un financiamiento la angustia principal es si se nos otorgará el crédito o si, por el contrario, será rechazado. Con esto en mente presentamos toda nuestra documentación de la mejor manera para agilizar y facilitar una decisión de los analistas de crédito.
Pero, ¿cómo podemos tener una buena idea de cuál es nuestra capacidad de endeudamiento y así poder considerar solo inmuebles que estén a nuestro alcance?
En el mundo de los créditos hipotecarios hay reglas no escritas que son aplicadas como un primer filtro para considerar las muchas solicitudes recibidas. Si las conocemos, podemos adelantarnos a los acontecimientos y ganar tiempo.
Lo primero que un evaluador de crédito visualiza es la proporción que exista entre el monto de los ingresos reportados y el valor de tasación del inmueble que se pretende.
A lo sumo –en un escenario ideal– el valor actual del inmueble a financiar no debe exceder el monto de los ingresos anuales de los próximos cuatro años. Es una forma que de entrada nos advierte sobre la posibilidad de que se otorgue el préstamo hipotecario.
En cuanto a esto hay opiniones que apuntan a que sean tres en vez de cuatro años, o en cambio otras que no ven ningún obstáculo a que el monto a financiar equivalga a cinco años de ingresos. Es decir, que dependiendo de la entidad esto puede variar; sin embargo, se pueden considerar las bandas indicadas.
Por supuesto, el plazo al que pretendamos cancelar nuestro crédito hipotecario repercutirá en la decisión de su otorgamiento. Y es que de acuerdo a ello se calcularán las cuotas que debemos aportar mensualmente para amortizar la deuda, sobre lo cual también hay una máxima.
Puede que, luego de evaluar nuestra solicitud, el ente crediticio ante el cual la presentamos resuelva otorgarlo, pero asignándole un plazo de cancelación distinto al solicitado. Alargando el plazo, aunque aumenta el pago de intereses, se reduce la cuota mensual.
Por otra parte, el monto de la cuota mensual del préstamo hipotecario debe estar entre el 30 % y el 35 % de los ingresos mensuales. Esto se considera aceptable desde el punto de vista de las finanzas personales, ya que se estima que el deudor, teniendo disponible entre el 65 % y el 70 % de sus ingresos habituales, puede atender sus necesidades cotidianas sin contratiempo.
Un factor que no debemos olvidar a la hora de decidir a cuáles tipos de inmuebles podemos optar a través de un préstamo hipotecario es que las instituciones de crédito otorgan como máximo entre 75 % y 80 % del valor actual de la vivienda.
Esto último obliga a tener ahorros disponibles que se acerquen al 20 % o 25 % del valor de tasación del inmueble para el momento de la negociación. Debemos concentrarnos en ese grupo de inmuebles a los cuales podemos cubrir la cuota inicial.
Algo muy importante a evaluar es decantarse por un préstamo de interés fijo o variable. En cuanto a esto hay que recordar que los créditos hipotecarios son deudas a largo plazo, por lo que un tipo de interés variable nos deja a merced de la incertidumbre.
Puede que disfrutemos de tipos de intereses relativamente bajos por un tiempo; sin embargo, tendremos una espada de Damocles amenazando con afectar nuestras cuotas más allá de lo que permite nuestro presupuesto.
En este momento tomar un préstamo con tipo de interés variable puede ser atractivo, dadas las bajas tasas actuales que presente el Euribor –factor que expresa la tasa de interés variable aplicable–; sin embargo, será muy difícil pronosticar sus niveles en 10, 15 o 20 años.
Si acaso ya somos propietarios de un inmueble también podemos optar por un crédito hipotecario y hacernos de un capital para invertir en algún negocio, o incluso para salir de un aprieto económico inesperado.
Este tipo de hipotecas son las llamadas hipoteca inversa o revertida. En este caso el inmueble sirve como prenda para que nos sea otorgado un monto con el cual atender nuestras necesidades.
Esta modalidad de hipoteca está siendo solicitada actualmente con mucha frecuencia por muchas personas de la tercera edad en etapa de jubilación, para poder complementar sus pensiones deficitarias.
Si bien muchos piensan que es una manera de perder el patrimonio más importante de muchas familias, otros entienden que en ocasiones, al agotar o no disponer de ahorros, es la única manera de llegar al fin de mes. Si el propietario falleciera, sus herederos se tendrán que conformar con la diferencia entre el valor del inmueble y el saldo de la deuda contraída.
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