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Un cuerpo enfermo es una limitante gigante. No es posible pensar en inversiones inmobiliarias o de cualquier otro tipo cuando la salud está comprometida. Hay enfermedades cuyo diagnóstico es muy sencillo de lograr, por lo que la atención al problema se puede iniciar prontamente, pero hay otras en que hay que detenerse un poco más debido a la complejidad de los síntomas; ese el caso de la fibromialgia.
La fibromialgia es una enfermedad que comprende varias manifestaciones, por lo que el diagnóstico nunca resulta tan evidente. Se trata de una afección que se presenta con dolores generalizados en el cuerpo, perenne sensación de cansancio, fatiga crónica e incluso cuadros depresivos.
Se puede producir luego de un traumatismo físico, después de sufrir una infección muy severa, de ser sometido a alguna cirugía o haber estado sometido a estrés por periodos prolongados de tiempo.
En otros casos simplemente los síntomas se presentan de manera espontánea y gradual, hasta conformar un cuadro de cuidado. Quienes padecen esta enfermedad, aunque descansen las horas recomendadas, nunca tienen un sueño reparador, sintiéndose agotadas a cualquier hora del día.
Por supuesto que todo esto incide en su rendimiento cognitivo, afectando significativamente su capacidad de concentración y de completar tareas aunque no sean de gran complejidad.
La fibromialgia suele verse acompañada por síndromes de intestinos irritables, frecuentes dolores de cabeza o migrañas, cistitis y trastornos relacionados con la articulación temporomandibular.
Las causas de esta molesta condición están vinculadas a la percepción distorsionada del dolor y que el cerebro tergiversa. Se entiende como una alteración de los neurotransmisores que procesan las sensaciones de dolor. Así mismo, se asocia a factores genéticos, que son potenciados bajo situaciones de trauma o estrés.
Básicamente, el diagnóstico se hace por descarte, cuando el paciente posee dolores permanentes que se prolongan por más de tres meses sin causa aparente. Hay que subrayar que es más frecuente en mujeres, causando desequilibrios funcionales que llegan a incapacitar.
Desde 1992 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la cataloga como enfermedad, a pesar de las controversias que aún hoy en día existen en torno a esta por la dificultad de su diagnóstico. La buena noticia es que solo afecta a entre 2 % y 7 % de la población mundial.
Es una enfermedad que se vuelve crónica y que hasta el momento no tiene una cura infalible y definitiva. Se trata de una manera integral ya que, aunque es considerada de carácter reumatológica, se conoce que tiene raíces neurológicas.
Es por ello que por una parte se prescriben fármacos para lidiar con el dolor y la depresión –si es el caso–, pero también se aconseja revisar la dieta, hacer ejercicio en la medida de lo posible para tratar de elevar la vitalidad e incluso llevar adelante terapia psicológica como complemento.
Se recomienda también echar mano al recurso de la medicina alternativa, aprovechando las bondades que pueden obtenerse de la acupuntura, la homeopatía y la masoterapia.
Adicionalmente, en el propósito de no abandonarse en un modo de vida absolutamente sedentaria, el yoga y el taichí puede ayudar significativamente.
La primera consideración que podemos hacer al enfrentar los primeros síntomas que pueden apuntar a la fibromialgia, es la evaluación del nivel de estrés que hemos venido manejando en tiempos recientes.
Al estar relacionada esta enfermedad con el sistema neurálgico, no podemos desdeñar la posibilidad de que altos niveles de estrés por tiempos prolongados provoquen indicios incipientes de estar frente a tal afección.
Bajo tal circunstancia, es imperativo encontrar maneras de atender las fuentes de estrés que nos aquejan y buscar ayuda si el problema escapa de nuestras manos. Con suerte, habremos detectado a tiempo el asunto y puede que no se entronice en nuestro organismo.
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