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La calidad de vida está estrechamente vinculada a la posibilidad de disfrutar de los servicios básicos esenciales que facilitan el desarrollo del proyecto de vida. El plan urbanístico precisamente se plantea este asunto en aras de elevar el bienestar de una comunidad, aunque en el proceso pueda producir efectos colaterales.
La categoría de espacio urbano de un punto geográfico lo determina la cantidad y calidad de servicios de los cuales sus habitantes pueden disfrutar. En ocasiones los barrios tradicionales representan una etapa previa en la cual se adolece de algunos de estos servicios primordiales.
La transformación física de estos espacios (en los que el factor humano de los asentamientos existentes no está preparado e involucrado en el crecimiento que esto implica) puede traer consigo algunos problemas y conflictos propios del aspecto social que estos complejos procesos conllevan.
El planeamiento urbanístico es básico para procurar el ordenamiento propio de conglomerados que eventualmente conformen grandes ciudades. La única forma de no caer en el caos es tener un sentido de planificación a largo plazo que se vaya ejecutando por etapas pero con un norte definido.
El plan urbanístico es la visión con la cual se plasma el proyecto urbano en los conglomerados humanos que van creándose de forma espontánea en el espacio geográfico de un país. Incluye el llamado ordenamiento territorial, en el cual se toma en cuenta toda la infraestructura física requerida para constituir ciudades modernas.
Así mismo, el ordenamiento territorial persigue el importante objetivo de hacer las previsiones de estructuras, edificaciones, espacios de recreación, áreas verdes y demás elementos que serán necesarios para albergar a una cierta cantidad de personas, procurando en todo momento el equilibrio que esto requiere.
Este plan debe reunir las voluntades de las fuerzas vivas de las comunidades en donde se aplica. Para ello lo más indicado es que se les involucre en su elaboración, de tal manera que no se convierta en sorpresa para la gente a la cual pretenda favorecer.
De esta forma los efectos que puedan considerarse negativos se minimizan y se podrá atender a los problemas que vayan surgiendo en el camino de una manera concertada y sin alteraciones.
Los barrios tradicionales –como pasa en general con las personas– no siempre son proclives a los cambios; de allí la importancia de la debida comunicación.
Es muy común que los espacios comerciales sufran reubicaciones que no siempre serán consideradas positivas por quienes ocupan los espacios en barrios tradicionales.
Por ejemplo, los pequeños comercios imbuidos dentro de las áreas residenciales quizá sean movidos a espacios meramente comerciales, lo que no siempre es aceptado como una mejora.
Estos son los típicos conflictos que suelen presentarse en un plan urbanístico en el que no involucre a los gremios, asociaciones y demás grupos de personas que hacen vida en el sitio a urbanizar.
Por eso es vital que se vaya delineando con la participación de los que representan estos sectores en el sitio.
La natural resistencia al cambio debe combatirse también con una comunicación efectiva para persuadir de la mejor forma a los que se sientan momentáneamente afectados, quienes estarán haciendo un sacrificio temporal para mejorar la calidad de vida de la comunidad en general.
Un ejemplo claro de esto es el plan urbanístico en Barcelona que ha venido integrando paulatinamente a los barrios tradicionales de una manera armoniosa, conservando los valores históricos y culturales que estos poseen e integrando gradualmente las nuevas tecnologías y servicios de los que disponemos en estos espacios.
Si hay una caso digno de estudio es el que desde hace algunos años se ha venido desarrollando en Barcelona y que se ha dado a conocer por la denominación de Distrito 22@ o Plan 22@.
Desde inicios del siglo se anunció la remodelación en masa de grandes espacios ubicados en las antiguas zonas industriales del Poblenou, que abarcan unas 100 manzanas de terrenos que serían modernizadas para albergar a una gran comunidad tecnológica que impulsaría el nombre de Barcelona en toda Europa.
El problema es que allí ya existía toda una comunidad consolidada desde muchos años atrás y que aparentemente no estaba considerada en estos ambiciosos planes. Esto ha traído la natural resistencia de vecinos que sienten que simplemente serán desocupados de los sitios de arraigo familiares, sociales y económicos.
El proyecto se perfila como un impulso para atraer a empresas tecnológicas que vayan conformando un emporio de desarrollo de punta, que como consecuencia revalorizaría los terrenos afectados.
Inicialmente la relación entre viviendas y el resto de las edificaciones se estableció de 1 a 10; es decir, por cada espacio residencial existirían 9 destinados a oficinas, hoteles y otros usos. Esto ya dejaba ver a las claras las consecuencias para sus habitantes.
Con un plan agresivo de expropiaciones se inició la primera etapa en donde se aplicó lo antes mencionado, alarmando a otros sectores del lugar quienes se organizaron para resistir y generar cambios en el proyecto.
Muchas de las casas bajas fueron símbolos arquitectónicos del siglo pasado, por lo que se apeló a la conservación de algunas de estas por motivos históricos. No obstante, bajo la época de cuarentena recién vivida se experimentó un repunte en lo que algunos vecinos consideran atropellos.
Luego de varias negociaciones producto de protestas se ha logrado avanzar para que la relación de viviendas suba al 30 % del total a construir. Si bien es un adelanto, muchos desean que finalmente se establezca un 50 y 50, para disminuir al máximo los desalojos indirectos que esto provocará.
Como vemos, es de suma importancia que las comunidades que se pretenden afectar con planes urbanísticos modernizadores sean involucradas y que formen parte central de todas las consideraciones que se hagan en los espacios que han habitado por mucho tiempo.
Es la única forma de evitar un rechazo frontal y gestionar los conflictos que estos sensibles cambios puede causar, aun cuando siempre sean revestidas de muy buenas intenciones.
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