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La crisis provocada por la pandemia mundial que vivimos desde los primeros meses del 2020 impactó negativamente a todas las áreas productivas. Ya para aquella fecha habían quedado muy atrás los estragos de la burbuja inmobiliaria del 2008 y se experimentaba un sano crecimiento de la inversión inmobiliaria.
La recuperación del sector estaba consolidada y las inversiones en el área venían con un ritmo si se quiere moderado, pero con una clara tendencia al incremento constante. Es natural que una crisis sanitaria de la magnitud de la que tenemos aún al frente luego de la aparición del Covid-19 trastoque la normalidad, y se lleve por delante muchas iniciativas que tuvieron que quedar postergadas por fuerza mayor.
Esto provocó un aletargamiento inducido, que si bien es un hecho, no tiene que ver necesariamente con las intenciones reales de los inversionistas, quienes han retardado todas las decisiones que tenían proyectadas al respecto para los años que corren en vista de las circunstancias.
Comparando las cifras del primer trimestre que acaba de concluir con su periodo equivalente del 2020, se observa una caída que resultaría alarmante si no fuera por lo que está experimentando el planeta entero. Aunque no puede ser motivo de celebración, quizá habría que sopesarlo bajo la sombra que supone una cuarentena tan prolongada.
La recuperación de la inversión inmobiliaria en su total magnitud depende en buena medida de que nuevamente se active el resto de las actividades. Cuando os inversionistas medianos y pequeños vuelvan a sentir que pueden disponer de sus excedentes para buscar negocios, y no para cubrir emergencias relativas a problemas de salud.
En gran medida el desplome que registra la industria está directamente influido por la ruptura de la normalidad; que trajo el alto número de infectados y fallecimientos producidos desde que todo el problema se inició, y que fue de tal gravedad que se decretó el máximo estado de alerta: la pandemia.
Es evidente que una vez superado el problema se retomarán los proyectos, y las promotoras podrán seguir con algunos de los proyectos que se han visto obligados a postergar. Claro que esto no será un efecto rebote inmediato y tomará tiempo antes de volver a los niveles de actividad e inversión que se venían produciendo antes de las cuarentenas.
La misma naturaleza de la actividad inmobiliaria tiene un ritmo que es acompasado y que no responde de un día para otro al cambio de las variables y elementos que influyen en su desarrollo. Es por ello que, una vez vencida la coyuntura sanitaria, la pendiente de la curva de recuperación no mostrará una inclinación tan pronunciada.
Aun con todas las limitaciones que provocó que las inversiones experimentaran este bajón de 40 % (de 7 200 millones a 4 300 millones de euros); en el comparativo interanual del primer trimestre del año en curso, se han visto algunas operaciones importantes que ratifican lo dicho: la caída es circunstancial.
Y es que se han conocido algunas importantes transacciones en este primer trimestre que ya asoman algo de más movimiento en sector. El Hotel Madrid Edition ha sido negociado por algo más de 200 millones de euros al consorcio Archer Hotel Capital, afianzado con fondos de Singapur (GIC) y Holanda (APG).
Así mismo, el emporio Amazon concretó la edificación de un enorme centro de datos en Zaragoza en donde invertirá 175 millones de euros en infraestructuras. No menos importante es el desembolso de otros 175 millones que entre la promotora Gestilar y DWS –gestora inmobiliaria del Deutsche Bank– para construir un complejo de pisos para alquiler.
Hemos visto que muchos otros sectores acusan un castigo mucho más severo por lo que nos está tocando vivir desde el punto de vista sanitario, y que arrastra inmisericorde a la economía en general. Sin embargo, hay sectores que paradójicamente han logrado crecimientos inesperados.
Es el caso del sector industrial y logístico, que a la luz de los números ha estado más que ajetreado durante este primer trimestre 2021. Si nos guiamos por el hecho de que el repunte de estas actividades supera con creces las estadísticas que acumularon en el mismo periodo del 2020.
Las inversiones en estas áreas se incrementaron en un 8,4%, al pasar de 763 millones a 827 millones de euros en la comparación interanual del primer trimestre que apenas culmina. Todo esto apalancado por la demanda que impulsó el comercio electrónico, que se potenció de manera significativa por la imposibilidad de transitar libremente por un plazo de tiempo tan largo.
Más temprano que tarde, la inversión inmobiliaria retomará los niveles acostumbrados, y seguramente seguirá el crecimiento paulatino y constante tenía antes del Covid-19. Las bienes raíces son tercas y han demostrado a los inversionistas de todas las épocas que a la larga supera todas las dificultades.
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