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Para saber sacar el mejor partido de las inversiones es bastante útil conocer una serie de conceptos que no siempre son fáciles de comprender. En ocasiones nos encontramos con ideas que esconden una realidad bastante sencilla, pero que pueden resultar un poco embrolladas hasta que nos adentramos en ellas. Hoy vamos a tratar de desentrañar una de ellas. Nos proponemos explicar qué es el interés compuesto.
Vayamos paso a paso. Y lo primero de todo es definir qué es el interés compuesto. Pues en realidad es uno de los mejores compañeros en la aventura de los inversores, ya que tiene la capacidad de ir aumentando nuestra riqueza en una importante progresión. Porque el interés compuesto es aquel que se consigue reinvirtiendo los intereses que recibes sobre una inversión inicial.
Seamos un poco más claros. Se trata de que si tu inversión te da un 5% de interés anual, para aplicar el interés compuesto deberás reinvertir también ese 5% que has recibido. Eso supondrá que un año después estarás consiguiendo beneficios a partir de los intereses anuales que te dé la inversión inicial, pero también los recibirás por esos intereses que has reinvertido. Si hacemos esta operación durante un periodo largo de años, está claro que lograrás una importante acumulación de riqueza.
Lo que hacemos, pues, con el interés compuesto es acumular los intereses que recibimos en el capital inicial. Esto supone que después de cada periodo de vencimiento estaremos generando nuevos intereses. ¿El principal problema? Al planteamos dónde se aplica este, observamos que es en una acumulación de inversiones. Eso significa que no tendremos a nuestra disposición el dinero al final de cada plazo, sino que lo reinvertimos.
Si hemos entendido bien qué es el interés compuesto nos encontramos con que la principal diferencia entre interés simple y compuesto es que en el primero recibimos las ganancias al final de cada plazo, pero acumulamos menos ganancias. Por el contrario, en el segundo vamos acumulando beneficios al utilizar los intereses generados para seguir invirtiendo, es decir, invertimos una cantidad cada vez mayor.
Desmenucemos un poquito más. En el interés simple, los intereses se calculan siempre desde el mismo capital inicial. Es decir, si invertimos 1.000 euros con un interés anual del 5%, al final del primer año recibiremos 50 euros y ese dinero lo guardaremos. El siguiente año, volveremos a recibir el mismo dinero, porque el 5% se calculará sobre los mismos 1.000 euros.
Sin embargo, con el interés compuesto esos 50 euros que recibimos los reinvertimos y al año siguiente obtendremos el 5% de 1.050 euros, es decir, 52,5 euros. A largo plazo, los rendimientos son mucho mayores.
Sin duda, si invertimos pensando en el largo plazo y no tenemos necesidad de utilizar el dinero que nos ofrecen los intereses, este está lleno de ventajas. Estas son algunas de ellas:
Estamos hablando de qué es el interés compuesto, es decir, estamos hablando de un concepto financiero. Y como casi todos ellos, está sujeto a una fórmula matemática con la capacidad de darnos una cifra que puede ser muy clarificadora cuando hagamos nuestra estrategia financiera.
Aquí te detallamos cuál es la fórmula del interés compuesto:
Capital inicial (1+tipo de interés anual)años invertido : Capital final
Como te decíamos, al aplicar los datos a la fórmula del interés compuesto, podrás comprobar que cuanto mayor sea tu capital inicial y los años en que decidas invirtiendo, mayor será el capital final.
Al analizar qué es el interés compuesto, todos podemos entender que se trata de una fórmula muy interesante para lograr una importante rentabilidad, sobre todo en el largo plazo. Y existe una fórmula que nos permite hacernos una idea bastante clara de los beneficios que podemos obtener en función del tipo de interés con el que estemos trabajando. Se la conoce como la Regla del 72 y aquí te explicamos cómo puedes aplicarla y hacer un cálculo bastante exacto de tus futuras ganancias.
Esta célebre regla vaticina en cuántos años se va a poder duplicar el dinero del inversor que ha apostado por el interés compuesto. La fórmula es muy sencilla: tu dinero se multiplicará por dos aproximadamente en los años que resultan de dividir el número 72 entre la cifra del interés devengando. Lo vamos a ver más fácilmente con un ejemplo.
Si el interés es del 1%, habrá que dividir 72 entre 1. ¿Esto qué significa? Que tu inversión tardará 72 años en duplicarse. Pero, por supuesto, a mayor interés, necesitarás menos tiempo para doblar el dinero. De este modo, cuando el interés devengado es del 3%, el tiempo estimado para duplicarse será el resultado de 72 entre 3, es decir 24 años. Y si has conseguido una operación con un interés del 6%, los años necesarios se reducirán hasta 12.
El informe Guide to Market de JP Morgan indica que el retorno medio de la Bolsa de Estados Unidos en los últimos 120 años es del 6,6%. Esto significa que, de media, en este extenso periodo, esa ha sido la rentabilidad por año conseguida por los inversores. Por supuesto, esto no es algo lineal, depende de innumerables variantes que influyen en las ganancias y que también lo hacen en posibles pérdidas.
Pero una cifra tan global, que se basa en un tiempo tan amplio, supone ya de por sí una garantía para el inversor a largo plazo. Si tu idea es invertir a corto, está claro que el riesgo es muy grande, pero si decides mantener tus ahorros durante un tiempo prolongado, salvo hecatombe, el mercado se va regulando a sí mismo y al cabo de años ofrece unos beneficios interesantes. Veámoslo con una cifra y asociada a los datos presentados por JP Morgan. Con ese interés del 6,6%, invirtiendo en la bolsa estadounidense, y con un plazo de 40 años para recoger beneficios, habríamos conseguido la friolera de 260.000 euros.
En las últimas cuatro décadas, la posibilidad de invertir, ya sea a corto o largo plazo, era bastante diferente a hoy en día. Por ejemplo, antes de la década de los años 80 del pasado siglo, solamente los grandes capitales invertían en Bolsa y el inversor particular apenas participaba en productos financieros por iniciativa propia. Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. Y, si tienes paciencia y unos pocos conocimientos, invertir a largo plazo puede ofrecerte unos beneficios que resultan extraordinarios.
Una cosa está clara. Si quieres beneficiarte del interés compuesto has de ser paciente y vencer la tentación que aparece en muchos inversores que desean aprovechar momentos de bonanza para incrementar el beneficio en el corto plazo y obviando las reglas del interés compuesto. Porque, para que esta forma de inversión fluya correctamente, hemos de tener en cuenta un par de conceptos y no salirnos de ellos:
Todos los beneficios que recibimos a partir de la inversión inicial hemos de volver a invertirlos. En cuanto decidamos quedarnos con una parte o cambiar el modelo de proceder, los resultados que vamos acumulando dejarán de seguir la progresión que dicta el interés compuesto.
Los ahorros y la inversión deben mantenerse a largo plazo. Como decíamos, esta es una parte esencial para incrementar los beneficios.
Probablemente se van a dar situaciones en las que te sientas tentado a retirar los fondos. Por ejemplo, cuando la situación del mercado pase por momentos de vacas flacas. Sin embargo, la disciplina de mantenerse “a las duras y las maduras” es la condición clave para que el interés compuesto obre, a largo plazo, el milagro que te hizo apostar por él.
Ahora ya lo sabes todo sobre este tipo de interés, cuáles son sus diferencias entre el interés compuesto y el interés simple, las ventajas que tiene y la fórmula para poder calcularlo
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