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Es evidente que el COVID-19 ha trastocado fuertemente la economía, y la inflación económica COVID-19 es uno de los aspectos más preocupantes, pues hay más preguntas que respuestas.
Una muestra de esto es que el consumo ha disminuido enormemente como consecuencia de las cuarentenas y el confinamiento, pero a la vez la producción también ha bajado de forma considerable.
Estos y otros elementos del escenario actual plantean muchas preguntas y, sobre todo, nos hacen pensar en que los efectos a corto plazo serán distintos de aquellos que experimentaremos a mediano y a largo plazo.
Eso sí, es evidente que sentiremos fuertemente todos los efectos, sucedan estos antes o después.
La llamada inflación económica COVID-19 es reflejo de la incertidumbre reinante actualmente en las sociedades, y su comportamiento tan variante ha despertado preocupación en el público en general.
Según los economistas Álvaro Leandro y Eduard Llorens i Jimeno puede apreciarse una clara baja de la inflación en los periodos más tempranos de la pandemia, especialmente tanto en el ámbito de los servicios como en el área industrial.
Sin embargo, lo anterior no aplicó en el ámbito alimenticio, pues el rubro de los alimentos no procesados experimentó un alza importante desde el primer momento.
Estos economistas indican que la bajada de la inflación en el sector de los servicios responde a la baja demanda que existe, mientras que el alza en el ámbito de las verduras y frutas responde a un decaimiento de la producción.
Es decir, la demanda de estos productos no se vio afectada fuertemente por el confinamiento, mientras que la producción sí.
Según los especialistas, a mediano plazo podríamos experimentar una inflación con tendencia a la baja. Como puede anticiparse, este comportamiento es provocado por la disminución de la demanda en general.
Aunque se espera que haya un aumento en el consumo en los próximos meses, ha sido tal el golpe al bolsillo de las personas que la demanda probablemente se mantendrá en unos niveles controlables.
Esto se explica porque el ahorro tendrá más prioridad que el consumo, tal como se espera que ocurra en tiempos de fluctuación.
Mientras haya más incertidumbre, habrás más tendencia al ahorro por parte de las familias con situaciones económicas más estables. Según Leandro y Llorens i Jimeno esto implica una reducción de las presiones inflacionistas.
En este sentido, los economistas consideran de gran importancia la aplicación de medidas efectivas por parte de los gobiernos en materia fiscal y laboral. De esta manera no aumentará la tasa de desempleo y endeudamiento.
Proteger la capacidad económica de las personas incidirá positivamente en un escenario futuro libre de inflación.
Se estima que un resultado positivo de las políticas aplicadas traerá como consecuencia una recuperación gradual de la inflación, evitando así un alza muy elevada de precios o un escenario de deflación.
Entonces, tomando en cuenta lo anterior se espera que la inflación siga disminuyendo en los próximos meses, y que comience a recuperarse en la misma medida en que se recupera la economía.
No es secreto para nadie que la realidad tal como la conocíamos antes de la pandemia actual ha cambiado profundamente.
En este contexto, puede decirse que la estructura económica de nuestras sociedades es uno de los ámbitos que sin duda alguna ha experimentado una mayor variación.
Tal como señalan Leandro y Llorens i Jimeno, es probable que en el futuro próximo las empresas se planteen una nueva ubicación para sus estructuras de producción.
¿Por qué se espera este comportamiento? Porque ha quedado en evidencia que los actuales canales de producción y distribución de suministros son bastante frágiles.
En este sentido también se prevé un aumento de la producción doméstica, especialmente en Europa.
Se espera que los países europeos den prioridad a la elaboración en suelo nacional de productos de consumo que tienen alto nivel estratégico.
Con acciones como esta se espera poder disminuir la dependencia de una estructura que ha quedado en evidencia por su inestabilidad.
Así mismo, también es probable que los consumidores cambien sus hábitos de consumo, se vuelvan más precavidos en cuanto a la forma en la que invierten su dinero y esto implique un cambio fundamental en la dinámica económica.
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