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Al pensar en el término especular lo primero que viene a la mente es una actividad poco ética que debe castigarse. Sin embargo, resulta que en realidad especular es una actividad mucho más popular y practicada de lo que creemos. En el caso específico de bienes raíces, revisemos de qué va la especulación inmobiliaria en España.
Especular es tratar de predecir algo a futuro que realmente no tiene fundamentos determinantes. El uso que nos provoca tanta indignación refiere siempre a un abuso en algún precio de venta que no nos hace sentido según nuestro criterio. Ahora bien, cuando hablamos de inversiones entramos en otro escenario.
Podríamos decir que todas las inversiones son especulativas si consideramos que el objetivo final de todas ellas es apostar a obtener las mayores ganancias posibles de nuestras colocaciones.
Ya sabemos que, siendo estrictos en los términos, hay un cierto nicho de inversiones que son denominadas especulativas porque persiguen las mayores ganancias posibles en muy cortos plazos a costa de lo que se tenga a la mano.
En ese tipo de inversiones se asumen los más altos riesgos; es decir, el inversionista tendrá el alma en vilo hasta que se concrete el negocio, si acaso esto sucede. En este sentido, especular es correr altos riesgos buscando altas ganancias y sabemos que el grupo de inversionistas con este perfil es reducido.
Entonces, la especulación inmobiliaria puede enmarcarse en proyectos ambiciosos que maximizan inversiones y que apuestan a importantes alzas de precios en el corto plazo. Como sabemos, la naturaleza de la industria no es muy favorable a este tipo de negocios especulativos dados los tiempos que toma cristalizar los proyectos en este sector.
No obstante, la especulación inmobiliaria se apoya en mercados deprimidos que presentan precios que pudiesen subir abruptamente por algunas causas urbanísticas, demográficas o de otra índole. En ciertas áreas que se desean promover –por ejemplo, en las regiones turísticas– se pueden aprovechar oportunidades de esta naturaleza y obtener ganancias por encima del promedio.
Pareciera que no es un buen momento para la especulación inmobiliaria en España. Después de la burbuja que empañó la proyección de la industria en 2008, esta se ha venido recuperando paulatinamente y en la actualidad las cotizaciones en varias de las regiones muestran precios topes que no dan para ser más elevados.
Si bien en España el sector inmobiliario se afianza en una demanda que se mantiene en alza gracias al capital extranjero, que coloca capitales en bienes inmuebles con bastante frecuencia, el año 2020 ha sido un descalabro.
Las cifras aproximadas de proyectos inmobiliarios para el presente año estaban alrededor de unos 150 000 nuevos desarrollos, de los cuales se podrá concretar solo una fracción. Siendo así, habría que esperar que a futuro la demanda supere la oferta con una consecuente alza en precios.
La especulación inmobiliaria en nuevos proyectos tendría que apuntar a ciudades que tradicionalmente no son muy demandadas y que de algún modo se prevea que en un futuro no muy lejano se revalorizarán significativamente.
Normalmente las ciudades con mayores exigencias de inmuebles son Barcelona y Madrid, por ser urbes turísticas por excelencia. No obstante, una ciudad como Valencia puede convertirse en centro de atención del mercado inmobiliario al saturarse las ubicaciones antes mencionadas.
Lo mismo puede ocurrir con Málaga, Bilbao o San Sebastián, que ofrecen condiciones naturales similares y en este momento muestran precios bastante por debajo de los que cotizan en su infraestructura inmobiliaria las grandes ciudades turísticas ya consolidadas.
En cuanto al mercado de alquiler, puede que a estas alturas haya algunos excesos según algunos parámetros, pero en cualquier caso esto se afianzará cuando la demanda lo valide. En este sentido, es comprensible que cuando ciertas ciudades se convierten en centros cosmopolitas tienen a subir los costos de sus bienes y servicios.
Si bien esto atenta contra los locales de alguna manera, nadie podrá quejarse de la capitalización que significa que todos los años aumente la cantidad de turistas y visitantes, que dinamizan el comercio y representan entradas importantes de capitales extranjeros que oxigenan permanentemente la economía.
Mientras ese flujo permanente acepte los precios de alquileres de permanencia corta, esto también influirá en los arrendamientos que se negocien entre locales. Algunos preferirán arrendar a más largo plazo a precios más bajos y otros se dedicarán a dar hospedaje a los viajeros si estos están dispuestos a pagar rentas más altas.
Por último, debemos decir que la especulación inmobiliaria en España ocasionará estragos cuando haya escasez significativa en la oferta. De cualquier otro modo el mercado rechaza al especulador que pretenda llegar a niveles de abuso, dejándole su inmueble desocupado.
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