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Hay muchas situaciones que pueden provocar la copropiedad de una vivienda en la que alguna de las partes quiera liquidar. Al surgir dudas en este sentido, la mejor recomendación es ponerse en contacto con especialistas en la materia. Rentalias ofrece la mejor asesoría en el tema inmobiliario, incluyendo lo referente a invertir en nuda propiedad y renta vitalicia.
Ante el inminente colapso de las plataformas públicas de pensiones basadas en sistemas de reparto, cada vez más personas se acercan al hasta ahora poco conocido mercado de capitales. Una de las preguntas críticas para todo novel inversionista es: ¿cuándo vender acciones?
Día a día se incrementa el número de personas deseosas de conocer el funcionamiento de los mercados de títulos negociables y su funcionamiento, en procura de iniciar modestos portafolios de inversiones que supongan riesgos manejables y dividendos razonables.
El norte para cada persona que se une al mercado de trabajo debiera ser postergar el consumo en forma de ahorro, para entonces paso a paso ir en procura de ingresos pasivos que amalgamen un capital a mediano y largo plazo.
Esta hoja de ruta indefectiblemente requiere de una mínima cultura financiera, que incluya la manera en que operan los mercados y cómo intervenir en ellos. Si para comprar acciones uno puede ampararse en la solidez de empresas altamente reconocidas, vender es una decisión mucho más compleja.
¿Cuándo vender acciones? Vender acciones puede obedecer a varias razones y/o situaciones. Por lo general se recomienda adquirir acciones de empresas de trayectoria y retenerlas, ya que su historial garantizará dividendos aceptables sin mayores angustias.
No obstante, hay circunstancias en las que se justifica plenamente deshacerse de algunas acciones en beneficio de fortalecer el portafolio, aprovechando oportunidades que pueden ser únicas.
Sin duda que la principal razón que se puede tener para vender acciones es la necesidad de liquidez. Bien sea por una ineludible emergencia de dinero o para intervenir en una inversión de otra naturaleza, muchas veces toca echar mano de ciertos valores bursátiles para salir adelante.
Ojalá no sea para cubrir una emergencia que implique gastar, en cuyo caso estaríamos quemando capital de nuestro patrimonio. Apartando esta fatalidad, si queremos invertir en algún negocio o ideal es que esté relacionado a bienes raíces, que suelen ser sólidos y confiables.
Claro está que para incursionar en las inversiones inmobiliarias siempre habrá que amasar un monto de cierta magnitud, por lo que estaremos seguramente más diestros en el manejo de nuestra cartera para ese momento.
Una segunda razón por la cual vender acciones de nuestro portafolio es darnos cuenta que uno de estos títulos está sobrevalorado. En este caso la idea sería aprovechar liquidar una acción que sabemos podemos lograr nuevamente –si quisiéramos– por un monto considerablemente menor.
Al estar inflado el valor de un título, podemos cederlo para esperar a que retorne a su nivel habitual y retomarlo habiendo obtenido ganancias adicionales a los dividendos que pueda ofrecer. El punto es cómo saber que se ha disparado el valor de un título de una manera no sostenible.
Para ello podemos usar el recurso de evaluar su valor intrínseco. El valor intrínseco de un título refiere al valor presente de sus beneficios futuros y no a su valor actual de mercado.
Para estos menesteres podemos ayudarnos con una calculadora financiera que nos muestre el valor presente de los probables dividendos que recibiremos, para entonces comparar y decidir.
Por supuesto que estos cálculos a futuro considerarán la proyección que tiene la empresa según los resultados contables publicados. Una de las cosas en la que debemos adiestrarnos es a leer los balances que, por ley, deben publicar las empresas que cotizan sus acciones en la bolsa.
Aunque al principio nos pueda parecer una jungla de números incomprensibles, poco a poco empezaremos a vislumbrar tendencias, proyecciones y posibilidades que surgen de sus filas y columnas. Percibir a partir de estos informes cómo le va a los emisores de los títulos que poseemos es fundamental para evaluar el valor de las acciones.
Quizá en las primeras de cambio al observar que una acción se desploma, podamos pensar en salir de esta antes de seguir perdiendo dinero, pero antes de actuar hay que tomarse el trabajo de investigar si esto se debe a una situación puntual por la que atraviesa la empresa.
No pocas compañías tienen altibajos que al final del periodo son compensados, y aun así ofrecen atractivos dividendos. Una de las claves de jugar en la bolsa es dejar a un lado las emociones y permitir que nuestro ser analítico tome control. Las emociones y la bolsa no se llevan nada bien.
Así mismo podemos decidir vender ciertas acciones cuando deseamos reestructurar nuestra cartera. Dependiendo de nuestro perfil de inversionista, hay unas recomendaciones en cuanto a su conformación. Por ejemplo, los más conservadores siempre querrán tener aproximadamente un 75 % en bonos, 15 % en acciones y 10 % en divisas.
Cuando se han desbordado estas cotas y se desea retomar la estrategia de inversión inicial, es entonces momento de vender algunos títulos y posicionarse en lo que estamos deficitarios.
Esto puede obedecer a una revisión anual de cartera luego de haber evaluado los dividendos obtenidos en el periodo inmediato anterior, o incluso a un cambio que busque algo más de beneficio aunque sea a costa de un mayor riesgo.
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