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En el marco histórico de la Alemania de Bismarck en 1890 surgieron las primeras tentativas de ofrecer ayudas económicas a discapacitados y ancianos para aliviar sus necesidades. Desde entonces los sistemas públicos han hecho un esfuerzo en este sentido que parece agotarse en nuestros días.
Es precisamente por ello que se han explorado otras vías, apelando a la iniciativa privada. Ya en la actualidad existen varias opciones para lograr transitar dignamente nuestros últimos años. Unos consejos para contratar una renta vitalicia nunca están de más.
Dependiendo de la etapa de la vida que estemos viviendo podemos optar por algunas soluciones o por otras. La primera en cronología que podemos mencionar corresponde a los seguros de vida universal, porque son instrumentos que resultan sumamente apropiados para personas jóvenes que apenas entran al mercado de trabajo y que están dispuestos a invertir alrededor de un 20 % de sus ingresos en estos planes.
Estos seguros cubren dos riesgos antagónicos relacionados con la edad. Tanto fallecer muy joven, como fallecer muy viejo tienen consecuencias económicas que afrontar. En principio es un seguro que paga a sus beneficiarios al momento de fallecer el titular, pero también parte de las primas –en este caso, aportes– se van capitalizando para crear un fondo de retiro a largo plazo.
De hecho, son “trajes a la medida” que pueden diseñarse al gusto y estilo de vida del titular y calcular la cantidad de aportes que debe aportar en un plazo determinado de años, para luego disfrutar de una renta vitalicia de un determinado monto.
Claro que, como señalamos antes, esta opción favorece a los más jóvenes ya que son planes que maduran a los 15 o 20 años. Mientras más joven más tiempo habrá para ello, así como también se gozará de tarifas bastante bajas.
Cuando ya arribamos a cierta edad la estrategia cambia, debido a que no contamos con el plazo suficiente para contar con soluciones a largo plazo. Es entonces el momento de considerar los seguros de renta vitalicia.
Si se quiere, tienen el mismo basamento que la opción anterior pero con una prima elevada, que puede provenir de un capital que ya forme parte de nuestro patrimonio. En muchos casos, personas que se acercan al retiro y poseen más de un inmueble deciden liquidar uno para entonces tener la seguridad de tener suficientes recursos por lo que resta de vida.
Los sistemas de pensiones basados en el sistema de reparto están en crisis a nivel global y la tendencia parece apuntar a que predominarán los de capitalización individual; es por ello que invertir un dinero para complementar el monto de jubilación muchas veces es más que apropiado: es indispensable.
Los actuariales son los encargados de hacer la tarea de calcular cuáles deben ser los aportes en primas que deben realizarse para que una empresa de seguros ofrezca este beneficio de por vida. Por supuesto que esto se basa en la expectativa y estilo de vida de cada persona.
En este tipo de seguros se puede establecer incluso un monto que se reserva para legar a beneficiarios al momento del deceso del titular. Por supuesto, este aspecto requerirá de mayores aportes o de disminuir en alguna medida la renta vitalicia contratada.
Algunas instituciones ofrecen la facilidad de fraccionar en primas extraordinarias la cancelación completa del seguro, esto para personas que puedan tener flujos de caja irregulares.
Otro recurso que tienen a la mano las personas de la tercera edad con problemas de liquidez y que son propietarios de un inmueble es ofrecer en venta la nuda propiedad a cambio de una renta vitalicia.
En último caso, cuando ya entramos en una edad considerable y lamentablemente no poseemos bienes de fortuna sino el inmueble en el que habitamos, entonces tomar liquidez de este patrimonio resulta apropiado.
La vivienda que es nuestra residencia representa lo que hemos logrado ahorrar y es fruto de nuestro esfuerzo; es por ello que tiene mucha lógica sacar provecho de él para complementar una pensión que muchas veces es deficitaria.
Gracias a la figura del usufructo, podemos entregar las escrituras del inmueble a un tercero (cediendo la nuda propiedad), pero garantizando para nosotros el derecho a uso y disfrute de por vida. Todo esto a cambio de recibir un monto o renta por el resto de nuestros días.
De suma importancia es este tema de planear con cuáles recursos subsistiremos en nuestra vejez. Es responsabilidad nuestra no convertirnos en una carga para familiares y amigos.
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