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La existencia de la figura del usufructo ha sido una bendición para muchas personas de la tercera edad. Si bien esto ha venido a resolver calamidades económicas, también vislumbra un golpe de timón a futuro cuando vemos que ahora se invierte en nuda propiedad entre varias personas.
La proliferación de la oferta de negocios de nuda propiedad es un indicativo que las generaciones que llegan a edades de retiro en la actualidad no tuvieron la capacidad –o la voluntad– de manejar las finanzas de tal forma de contar con ingresos pasivos para sus últimos años.
En cualquier nivel de ingresos lo recomendable es dedicar un 20% en principio a formar capital para usarlo luego en inversiones productivas a mediano y largo plazo. Tener la visión de colocar parte de los ingresos en oportunidades de negocio que ofrezcan posibles ingresos residuales futuros es un imperativo.
No obstante, al percatarnos de que la oferta de nuda propiedad está siendo cubierta por grupos de inversionistas que reúnen sus modestos capitales para optar por este tipo de inversiones, percibimos que a la vuelta de un par de generaciones se nivelará este exceso de oferta.
Y es que si quienes actualmente se encuentran activos laboralmente hablando están ávidos de disponer de capitales para tales negocios, esto quiere decir que han cobrado consciencia y están forjando esas tan deseadas futuras rentas que eviten que tengan que entregar la titularidad de sus residencias para subsistir cuando enfrenten el retiro.
Esto es una buena noticia para todos, ya que por una parte los jubilados que enfrentan el dilema de negociar la nuda propiedad no ven saturar el mercado por la excesiva oferta, y por la otra refleja un mayor anhelo de previsión por parte de la juventud.
Toda oferta excesiva tiende a disminuir su cotización, y en el caso de la nuda propiedad el repunte es más que vertiginoso. De esta manera, que haya grupos dispuestos a decantarse por estas oportunidades es una bendición para los que acuden a este recurso para emparejar sus finanzas.
Este mismo principio de inversión grupal es la que ha dado pie a la creación de fondos mutuales y otras figuras similares. Cuando un cierto número de personas comparte visión y objetivos, lo natural es que a la larga conformen alguna firma jurídica que inspire mayor seguridad y seriedad a la administración de estos capitales.
Capítulo aparte merece el interés que este tipo de negocio viene despertando en fondos de ahorros particulares, que han evaluado los beneficios que pueden obtener invirtiendo en nuda propiedad a mediano y largo plazo.
Al ser fondos que son alimentados por sus miembros periódicamente, facilita contar con el flujo de efectivo necesario para honrar una renta vitalicia a favor de los propietarios originales que ceden la titularidad de sus viviendas, manteniendo el usufructo de manera vitalicia.
Normalmente estos capitales enfocaban sus miradas en el mercado de valores, pero al percatarse de la oportunidad que significa el bárbaro repunte que ha experimentado la nuda propiedad, han encontrado nuevos horizontes para diversificar sus posiciones.
Lo cierto es que cuando hay tanta necesidad de cubrir las carencias que se topan las personas de la tercera edad cuando se percatan que los montos de sus pensiones no les proporciona los fondos necesarios, tienen dos opciones: continuar sus actividades laborales o liquidar bienes.
Esta última opción ha demostrado que no solo es una manera de sobrellevar las dificultades económicas al jubilarse, sino que también es una atractiva forma de canalizar grupos de capitales en procura de inversiones de baja monta y alto rendimiento.
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