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La actividad física es indispensable para pretender prolongar nuestra juventud. De hecho, entre todas las variables que han influido en que disfrutemos de una expectativa de vida cada vez mayor, está la movida fitness. Sin embargo, somos algo más que cuerpo. ¿Cómo mantener también la mente en forma?
Lo primero que hay que aclarar es que la actividad que desarrollamos a través de nuestra mente, aunque se nos antoje totalmente etérea, también depende medios físicos que son susceptibles a degeneración.
Es por ello que así como nuestros músculos pierden tonicidad por abandono, así mismo nuestras neuronas sufren deterioro bajo ciertos hábitos que no favorecen su fortalecimiento y su funcionalidad.
El aparato neuronal comprende una compleja red de conexiones a través de la cual viajan los impulsos eléctricos. Mientras más vías existan para esos “corrientazos”, mayor agilidad y equilibrio mental disfrutaremos.
Evitar la degeneración mental, que pudiese considerarse natural por el pasar del tiempo, tiene que ver con darle trabajo a nuestro cerebro, invertir tiempo para ocuparnos de tareas que resulten inéditas para nuestro sistema cognoscitivo y propiciar así la ampliación de esta maravillosa red que mencionamos.
Existen actividades específicas para este propósito; no obstante, la recomendación es tomar consciencia de la cantidad de movimientos que día tras día hacemos en modo automático (es decir, sin darnos cuenta). Por ejemplo, de forma automática cepillamos nuestros dientes, aseamos nuestro cuerpo, peinamos nuestro cabello.
Todo esto atenta contra nuestra agilidad mental en la medida en que pasen a ser casi actos reflejos, para lo cual no nos detenemos ni a pensarlo y los ejecutamos con muy poco uso de las facultades que poseemos.
Es por ello que una primera acción muy sencilla de practicar es usar nuestra mano contraria para ciertas actividades diarias de las que mencionamos y así aumentar la dificultad que sentimos para llevarlas a cabo. Ya esto es un aporte importante en este propósito de mantener despierta nuestra cabeza.
En ese camino de darle trabajo a nuestras neuronas, por supuesto que también ayuda sobre manera dedicarnos a resolver problemas de lógica y matemáticos que exijan de nuestra parte concentración, uso de la memoria y desarrollo del pensamiento abstracto.
Plantearse retos de este tenor cotidianamente nos trae beneficios inestimables y alarga nuestras capacidades mentales en el tiempo. Mantenerse en contacto con medios académicos, aprender siempre algo nuevo es garantía de que la “chispa” se mantenga intensa.
La buena noticia es que para practicar la gimnasia mental necesitamos de muy poco. Cualquier sitio y cualquier demora puede ser excusa para aprovecharla en resolver un sudoku, un acertijo o simplemente leer un libro que demande nuestra atención.
Leer es el ejercicio aeróbico que nuestra mente aprovecha para tonificar las bisagras mentales que facilitan nuestro desempeño a lo largo de la vida. Comprometernos con una historia, imaginar los personajes de una novela más allá de las descripciones de su autor o aprender nuevo vocabulario perennemente, definitivamente ayuda a sanear la mente.
Una tarea importante que podemos abordar es afinar nuestra memoria. La memoria actúa como un depósito de datos que está a nuestra disposición al momento que requerimos. Una forma muy efectiva de recordar es crear historias alrededor de nuestros recuerdos.
Si queremos recordar algo lo más efectivo es darle un sentido asociándole una historia al dato en cuestión. Al reconstruir esa narrativa se nos facilita rememorar cualquier información.
Pero la salud mental no solo se circunscribe a la memoria. La memoria es solo parte de lo que debemos ejercitar y desarrollar. Relacionarnos con personas de otras culturas es sin duda una experiencia que abre los sentidos y favorece la salud mental.
Por ello viajar y conocer sitios remotos en donde la cultura se exprese en acciones inéditas enriquece y despierta nuevas maneras de ver el mundo, ayudando a elaborar niveles de mayor imaginación.
Hay actividades físicas que son valiosísimas también para mejorar las emociones y propiciar un estado mental de mayor bienestar. El yoga es una práctica que combina la coordinación motriz, el control mental y la flexibilidad, factores todos que inciden en este propósito.
Otra actividad física que puede repercutir muy favorablemente a la salud mental es el baile. Toda la coordinación que se requiere cuando aprendemos un nuevo ritmo para lograr acompasar nuestros movimientos con la música, resulta en preparar nuestro cerebro para nuevos retos futuros.
Aún mayor será el beneficio si se ensayan coreografías de cierta complejidad que obliguen a recordar y coordinar movimientos. Adicionalmente, será una actividad de esparcimiento para disfrutar con un grupo social.
Nunca debemos desdeñar ninguna oportunidad para darle trabajo a nuestra mente. Con los años agradeceremos estos minutos que le dediquemos a nuestro sistema neurológico con una mayor cantidad de años de lucidez mental.
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