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Los préstamos hipotecarios son los financiamientos destinados a la adquisición de bienes inmuebles. En la mayoría de los casos corresponden a la compra de vivienda principal y de allí lo trascendente de esta figura que otorga una gran cantidad de techos seguros a miles de familia anualmente.
Es en esencia un préstamo como cualquier otro, pero con la particularidad de que la prenda ante la institución financiera que lo otorga viene a ser el bien inmueble. Por su valor social, este tipo de préstamos está bastante bien regulado por el Estado, que tiene como premisa facilitar la instauración familiar segura.
A lo largo del tiempo se han creado opciones diferenciadas para cubrir distintas necesidades y condiciones de los solicitantes. Revisemos la diferencia entre hipotecas.
El primer criterio que diferencia la oferta de otorgamiento de financiamientos hipotecarios es el tipo de interés que aplica en la negociación.
El interés fijo implica que la cuota a pagar permanece invariable en el tiempo. Se firma el contrato de hipoteca con un tipo de interés establecido en las condiciones y este es respetado por el lapso que dura el financiamiento.
La demanda de préstamos hipotecarios bajo un tipo de interés fijo ha repuntado en el último par de años, y pudiera resultar paradójico en este momento que el indicador Euribor –usado para expresar los tipos de interés variables aplicados a hipotecas variables– ha llegado a sus niveles más bajos históricos.
El asunto es que para grupos familiares con poca cultura financiera y sin hábitos de ahorros es muy importante anclar el monto de la cuota en un nivel conocido y manejable.
Si bien el Euribor se ha mantenido bastante por debajo de la media desde su implantación como marcador interbancario desde 1999, el temor de un repunte en sus valores ahuyenta a la mayoría de los solicitantes de crédito, aunque de entrada paguen por encima de lo que pagarían si contrataran en términos de tipo de interés variable.
En el caso de las hipotecas con tipo de interés variable –como ya hemos asomado– las cuotas pueden sufrir variaciones a lo largo del periodo por el cual se conceda el financiamiento.
Se ha adoptado expresar este valor en función al marcador Euribor, al cual se agrega una constante. Generalmente se evalúa en el inicio de cada año el valor del mencionado indicador, para ajustar la cuota a pagar en el resto del año.
Este tipo de hipoteca es un arma de doble filo ya que, como mencionamos, pueden lucir mucho más atractivas que las de tipo de interés fijo, pero se percibe que el valor del Euribor –si bien se mantiene en valores negativos actualmente– en algún momento ascenderá, y entonces las cuotas de hipoteca podrían sobrepasar la capacidad de pago del solicitante.
Aun considerando que la media aritmética de sus valores mensuales desde diciembre de 1998 a la fecha es de 2,16, y que desde 2016 sus valoraciones han sido negativas, si nos basamos en la mayor proporción de solicitudes de hipotecas con interés fijo, pareciera que el solicitante promedio percibe que tomar un préstamo a interés variable es un riesgo indeseable.
Puede que el temor sea justificado por tratarse de endeudamiento a largo plazo; sin embargo, puede que el Euribor se mantenga controlado, ya que de lo contrario las instituciones financieras tampoco estuvieran ofreciendo financiamiento a tasas como las que ofrecen actualmente a interés fijo.
La hipoteca tradicional –como la que hemos referenciado anteriormente– tiene como fin la adquisición de un bien inmueble. Por sus características y plazos aplica a personas jóvenes, o a lo sumo de mediana edad.
El solicitante pacta un negocio de compra-venta con un tercero, quien recibe el dinero otorgado por la institución financiera y dicho solicitante asume la propiedad condicionada por la hipoteca del inmueble en cuestión, comprometiéndose a cancelar bajos los términos acordados.
Pero no es el único tipo de hipoteca. Existe lo que se denomina hipoteca inversa que cumple con otro propósito muy distinto y tiene marcadas diferencias con la tradicional.
En este caso está destinada a personas de tercera edad en etapa de jubilación, y que ya posean un bien inmueble que deseen ceder en prenda para recibir un monto mensual o renta que les ayude a complementar sus ingresos.
Es decir, que usan su patrimonio o propiedad para procurarse una liquidez periódica fija, con la cual acompañar a la pensión de la que puedan estar disfrutando.
Al contrario de la hipoteca tradicional, la hipoteca inversa no entrega el dinero otorgado a un tercero, sino que lo dosifica a modo de renta hacia el propietario, quien a medida que percibe estos montos va adquiriendo una deuda que se saldará una vez vencido el plazo estipulado.
Esta es una opción que cada vez más personas adoptan como una manera de solventar el déficit de las pensiones que son otorgadas a los jubilados a través de los sistemas públicos de pensiones.
Super interesante el post!!!